La Promesa de El Hierro
Desde entonces, ha sido testigo de la fe de su pueblo y protagonista de una tradición que ha llegado con fuerza hasta nuestros días.
En el año 1741, tras un periodo de sequía, se establece el llamado Voto, por el que el pueblo herreño, a cambio de un milagro que cambie su situación climática, hace la promesa de trasladar a la Virgen desde la Dehesa hasta Valverde cada cuatro años. Cuentan que poco después de la promesa comenzó a llover a cántaros en toda la isla.
Así, una vez cada cuatro años, en la llamada Bajada de La Virgen, herreños y visitantes atraviesan la isla de una punta a la otra por senderos y carreteras. Once duros kilómetros cuesta arriba llevan a los peregrinos hasta el punto más alto (Malpaso, 1.501 m) para continuar con un largo descenso que da sentido a su nombre.
La mayoría de los residentes lo hacen vestidos con sus trajes típicos. Algunos tocando tambores o pitos y otros bailando al ritmo con las chácaras.
La Virgen hace pequeñas paradas a lo largo del camino: son las conocidas 'rayas' en las que los pueblos se van relevando para acompañarla.
En cada raya, el relevo tiene lugar mediante un acuerdo melódico y rítmico. Un pueblo le cede la custodia de La Virgen al vecino sólo cuando éste se acerca con sus músicos y bailarines con el mismo ‘toque’, es decir, cuando coinciden.
El momento en que pitos y tambores se solapan, los asistentes estallan en un aplauso ensordecedor, pues el gesto simboliza el hermanamiento entre los pueblos y un paso más en el camino.
Algunos herreños, cuyas arrugas cuentan ya ocho o diez bajadas, aseguran que cada vez son más los visitantes que se suman. Por tradición familiar, por deporte, por experiencia, por religión... Cada uno tiene su motivo para vivir esta fiesta.
La Promesa de El Hierro
La emocion de los asistentes se hace palpable, sobre todo en el momento de la salida en la Piedra del Regidor, donde se alternan cantos y vitores por su patrona. Los bailarines se encomiendan a su fe con la esperanza de poder soportar el ritmo a lo largo de todo el camino, pues han de esperar cuatro años para poder celebrar de nuevo esta procesion. Algunos de ellos temen tener que abandonar antes y ser suplantados por otros compañeros. (Andrés Gutiérrez)
La Promesa de El Hierro
Los primeros doce kilometros del recorrido se hacen en subida. Los peregrinos recorren las laderas, a veces con grandes inclinaciones, a un ritmo bastante rapido para ser una procesion, pues les precede la banda de musica y los bailarines y tocadores que van marcando el paso con sus tambores. (Andrés Gutiérrez)