Jessica Portillo, madre de Eidher, tomó la dura decisión de no interrumpir su embarazo ante las recomendaciones de médicos que diagnosticaron a su hijo, antes de nacer, incompatibilidad con la vida. Le dijeron que era muy probable que el pequeño muriera durante el parto y que, si sobrevivía, no sería por mucho tiempo.

Eidher nació sin poder oír, sin poder ver y sin apenas poder moverse.

Jessica aplicó a Eidher técnicas como la osteopatía sacro craneal, la terapia con delfines, la equitación terapéutica, entre otros tratamientos alternativos a la medicina tradicional, pues, al ser su caso único en el mundo, la ciencia no parece haber encontrado tratamientos. Ni siquiera se tienen respuestas aún a su supervivencia.

La familia de Eidher ha conseguido reunir los 250.000 euros que necesitaban para poder enviar al pequeño al Children’s Hospital de Boston. Allí los mejores médicos investigarán sobre la patología genética que sufre el pequeño y que le realizarán las intervenciones y tratamientos necesarios para mejorar su calidad de vida.

Texto: Sheila Torres